GUÍA DE APOYO

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Liceo Las Araucarias Profesores Vania Casanueva y Sebastián Henríquez. Depto. Lengua y Literatura Curacautín, 2021.

GUÍA DE APOYO: COMPRENSIÓN DE “EL RETRATO OVAL”. Nombre: _______________________________________________ Curso: _________

EL RETRATO OVAL El castillo en el cual mi asistente se había empeñado en entrar si fuese menester a la fuerza, antes que permitirme pasar, hallándome gravemente herido, la noche al raso, era uno de esos enormes edificios mezclados de lobreguez y grandeza, que durante tanto tiempo han alzado su frente ceñuda por entre los Apeninos, no menos en la realidad, que en las novelas de la señora Radcliffe. Preguntas durante la lectura 1) ¿Qué significa menester? 2) ¿Cómo inicia la historia? ¿Cuál es el contexto que cuenta? 3) ¿Quién narra la historia? ¿Qué sabemos de los personajes hasta el momento? Una vez contestes estas preguntas, presta atención a cómo evolucionan estos detalles en la historia. Según todas las apariencias había sido abandonado temporalmente y en época muy cercana. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una apartada torre del edificio. Su ornamentación era rica, pero ajada y vetusta. Sus paredes estaban colgadas de tapices, y ornadas con diversos y multiformes trofeos heráldicos, junto con inusitada numerosidad de pinturas modernas muy garbosas, en marcos de rico arabesco de oro. Por aquellas pinturas, que pendían de las paredes no sólo en sus principales superficies, sino hasta en los muchos rincones que la extravagante arquitectura del castillo hacía necesarios —por aquellas pinturas, digo, mi delirio incipiente, quizás había despertado en mí profundo interés; de manera que ordené a Pedro cerrase los macizos postigos de la habitación —pues que ya era de noche—, que encendiese los picos de un grande candelabro que se alzaba junto a la cabecera de mi cama — y que corriese de par en par las floqueadas cortinas de negro terciopelo que envolvían también la cama. Quise que se hiciera todo aquello para poder entregarme si no al sueño, a lo menos alternativamente a la contemplación de aquellos cuadros y a la muy atenta lectura de un pequeño volumen que habíamos hallado sobre la almohada, y que contenía la crítica y la descripción de ellos. Preguntas durante la lectura 4) ¿Qué significan los conceptos: “suntuosamente”, “ornamentación”, “inusitada”, “garbosas” y “postigos”?

Liceo Las Araucarias Profesores Vania Casanueva y Sebastián Henríquez. Depto. Lengua y Literatura Curacautín, 2021.

5) ¿Qué nos cuenta el narrador en este párrafo?

Largamente —largamente leí— y devotamente, devotamente contemplé. Rápida y magníficamente pasaron las horas, y llegó la plena medianoche. La posición del candelabro me desplacía, y alargando mi mano con dificultad, por no despertar a mi adormecido asistente, lo coloqué de manera que sus rayos cayesen más de lleno sobre el libro. Pero aquella acción produjo un efecto completamente inesperado. Los rayos de las numerosas bujías (porque había muchas) caían ahora dentro de un nicho de la habitación el cual, hasta entonces, había sido dejado en profunda oscuridad por uno de los postes de la cama. Y por ello pude ver vivamente iluminado un retrato que me había pasado completamente inadvertido. Era el retrato de una niña que apenas comenzaba a ser mujer. Miré precipitadamente aquella pintura, y acto seguido cerré los ojos. ¿Por qué hice aquello? No fue claro al primer pronto ni para mi propia percepción. Pero mientras mis párpados quedaban cerrados de aquella manera, recorrí en mi espíritu los motivos que había tenido para cerrarlos. Había sido un movimiento impulsivo para ganar tiempo de pensar —para asegurarme de que mi visión no me había engañado— para calmar y dominar mi fantasía y dedicarme a una contemplación más juiciosa y verídica. Al cabo de muy pocos momentos, miré otra vez fijamente a la pintura. Lo que yo entonces veía con justeza, no podía ni quería dudarlo; porque el primer resplandor de las bujías sobre el lienzo había parecido disipar el soñoliento sopor que se estaba apoderando de mis sentidos, y volverme con sobresalto a la vida despierta. El retrato, ya lo he dicho, era el de una joven. Se reducía a la cabeza y hombros hecho a la manera que técnicamente suele llamarse de viñeta tenía mucho del estilo de las cabezas favoritas de Sully. Los brazos, el pecho y hasta los contornos de los radiosos cabellos, se fundían imperceptiblemente en la vaga, pero profunda sombra que formaba el fondo de aquel conjunto. El marco era oval, ricamente dorado y afiligranado en arabesco. Preguntas durante la lectura 6) ¿Qué significan los conceptos: “disipar” y “sopor”? 7) ¿Por qué el narrador no vio el retrato antes? 8) ¿Por qué crees que al narrador le llamó la atención el cuadro?

Liceo Las Araucarias Profesores Vania Casanueva y Sebastián Henríquez. Depto. Lengua y Literatura Curacautín, 2021.

Como obra de arte, nada podía ser más admirable que aquella pintura por sí misma. Pero no podía haber sido ni la factura de la obra ni la inmortal belleza de aquel semblante, lo que tan súbitamente y con tal vehemencia entonces me había conmovido, y mucho menos podía haber sido que mi fantasía sacudida de su casi adormecimiento, hubiera tomado aquella cabeza por la de una persona viva. Comprendí en seguida que las particularidades del dibujo, del aviñetado, y del marco hubieran instantáneamente disipado semejante idea — me hubieran evitado hasta una momentánea distracción. Meditando seriamente acerca de todo aquello, permanecí, tal vez durante una hora, medio sentado, medio reclinado, con la vista clavada en aquel retrato. Finalmente, satisfecho de haber acertado el verdadero secreto del efecto que producía, me eché completamente de espaldas en la cama. Había hallado que el hechizo de aquella pintura consistía en una absoluta semejanza con la vida en su expresión, que primero me sobrecogió y finalmente me desconcertó, me avasalló y me anonadó. Con profundo y respetuoso temor volví a colocar el candelabro en su posición primera. Una vez quedó apartada de mi vista la causa de mi profunda agitación, escudriñé ansiosamente el volumen que trataba de aquellas pinturas y de sus historias. Volví las hojas hasta encontrar el número que designaba el retrato oval, y allí leí las imprecisas y primorosas palabras que siguen:

«Era una doncella de singularísima belleza, y no menos amable que llena de alegría. Pero funesta fue la hora en que ella vio, y amó, y se casó con el pintor. Él, apasionado, estudioso, austero, y que tenía ya una esposa en su Arte; ella, una doncella de rarísima belleza, y no menos amable que llena de alegría: toda luz y sonrisas, y juguetona como una cervatillo: amante y cariñosa para todas las cosas de este mundo: sólo aborrecía el Arte que era su rival: sólo temía a la paleta y los pinceles y otros enfadosos instrumentos que la privaban de la presencia de su amado. Fue, pues, cosa terrible para aquella señora oír hablar al pintor de su deseo de retratar también a su joven esposa. Pero ella era humilde y obediente, y se estuvo dócilmente sentada durante muchas semanas en la sombría y elevada cámara de la torre donde la luz caía sobre el lienzo sólo desde arriba. Pero él, el pintor, tomó suma afición a su obra, que iba adelantando hora por hora, y día por día. Y él era un hombre apasionado, y vehemente, y caprichoso, que se perdía siempre en fantaseos; de tal modo que no quería ver como aquella luz que se derramaba tan lúgubremente en aquella solitaria torre, marchitaba la salud y el ánimo de su esposa a quien todos veían consumirse menos él. Y sin embargo, ella no paraba de sonreírle, sin quejarse nunca, porque veía que el pintor (quien gozaba de alto renombre) hallaba un férvido, abrasador deleite en su tarea y se afanaba de día y de noche en pintar a la que tanto lo amaba, y que cada día se iba desalentando más y enflaqueciendo. Y, la verdad sea dicha, algunos que contemplaron el retrato, hablaron de su parecido en quedas palabras, como de una vigorosa maravilla, y demostración, no sólo del talento del pintor, sino de su amor profundo por aquella a quien pintaba de modo tan excelso. Preguntas durante la lectura

Liceo Las Araucarias Profesores Vania Casanueva y Sebastián Henríquez. Depto. Lengua y Literatura Curacautín, 2021.

9) En relación a lo leído ¿Por qué el protagonista cree que el cuadro se “asemejaba a la vida”?

10) ¿Qué nos revelan sobre la mujer del cuadro?

11) ¿Qué nos revelan sobre el pintor del cuadro? Pero hacia el final, cuando la obra se acercaba más a su terminación, ya no se admitía a nadie en la torre; porque el pintor se había alocado con el ardor de su tarea, y raramente quitaba los ojos del lienzo ni ya siquiera para mirar el rostro de su esposa. Y no quería ver cómo los colores que esparcía en el lienzo eran arrancados de las mejillas de la que estaba sentada junto a él. Y cuando hubieron pasado muchas semanas más, y quedaba ya muy poco por hacer, salvo una pincelada sobre la boca y un toque en los ojos, el espíritu de la señora vaciló al mismo tiempo como la llama en la concavidad de una lámpara. Y luego la pincelada fue puesta, y luego el toque fue dado; y, por el momento, el pintor se quedó arrobado delante de la obra que acababa de trabajar; pero en el momento inmediato, mientras todavía estaba contemplando, se puso tembloroso y muy pálido, y despavorido y gritando con alta voz: “¡Esto es realmente la Vida misma!” volvió súbitamente los ojos hacia su amada: —¡estaba muerta! Preguntas después de la lectura 12) ¿Cuál fue el destino de la esposa del pintor? Interpreta los hechos que acontecen junto a la carrera del pintor y ten presente esto: en palabras del narrador, el cuadro semejaba a la vida”.

13) ¿Qué pasa con el protagonista y su acompañante? Explica.

14) En relación a la vida del matrimonio del pintor ¿Qué reflexión nos invita el cuento?

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