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Description
La perla de incalculable valor
LA PERLA DE INCALCULABLE VALOR HISTORIA MISIONERA EVANGELÍSTICA PARA NIÑOS Texto original: ©Mrs. H.F.Nofer, USA Adaptado por: Ilustraciones:
Lizanne Dumigan, CEF® Susanne Malessa
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La perla de incalculable valor Lámina 1 Rambhau saltó al agua y despareció bajo la superficie. La barquita se movió un poco pero luego quedó inmóvil. El misionero David Morse quedó mirando el lugar de donde una línea de pequeñas burbujas surgía de lo profundo del mar. Un momento más tarde, una cabeza negra salió del agua y dos ojos brillantes miraron hacia arriba. Entonces el viejo indio, que ganaba la vida pescando perlas, subió en la barquita, sonriente y sacudiendo el agua de su cuerpo como un perro lo haría. Lámina 2 “Nadas como un pez, Rambhau” dijo David Morse, asombrado “Mira ésta, Sahib” gritó Rambhau, tomando la concha de una ostra de entre sus dientes. “Creo que es muy buena”. Morse la tomó y comenzó a abrirla con su cuchillo. Mientras tanto Rambhau sacaba otras conchas de su cinturón. Lámina 3 “¡Mira, Rambhau!” exclamó Morse, “es una verdadera joya”. “Sí, de verdad, es bastante buena”, contestó el pescador observando atentamente la perla.
entregó al indio.
“¿Bastante buena? ¿Alguna vez has visto una perla mejor? Es perfecta, ¿verdad?” Morse había estado examinando todos los aspectos de la perla grande. Luego la
“Claro que sí. Hay mejores perlas, mucho mejores. Tengo una yo mismo…” No terminó la frase y parecía que estaba recordando algo. “Mira ésta, las imperfecciones, este pequeña mancha negra aquí, este pequeño hoyo. Aun su forma es un poco irregular, pero no está mal”. “Tu vista es demasiado buena para tu propio bien” lamentó Morse. “Yo nunca esperaría encontrar una perla más perfecta”. “Es exactamente lo que Vd. me explica cuando me habla de su Dios”, dijo el indio. “Una persona puede pensar de sí misma que es buena, aun excelente, pero Dios la ve como es de verdad, que a Sus ojos divinos no es perfecta, ni mucho menos”. Lámina 4 En pocos minutos los dos hombres llegaron a la playa y comenzaron a andar por el camino polvoriento que llevaba al pueblo. “Tienes razón, Rambhau, Dios ofrece como un maravilloso regalo el perdón y la salvación a todos los que ponen su fe en Cristo. ¿No puedes comprenderlo, querido amigo?” “No, Sahib, como le he dicho muchas veces antes, eso me parece demasiado fácil. No puedo comprender que el obtener el perdón de todas las cosas que he hecho y tener una entrada en el cielo sea un regalo. Quizás soy demasiado orgulloso. Yo pienso que hemos de trabajar y hacer buenas cosas para merecer entrar al cielo”. “¡O, Rambhau!” El misionero hablaba con cierta tristeza porque había orado años por este hombre. “¿No ves que nunca llegarás al cielo de esa manera? Nadie puede ganarlo por ser bueno. Todos tenemos que reconocer que no somos suficientemente buenos y hemos de confiar en Cristo como nuestro único Salvador”. “Rambhau, los años van pasando y ya eres anciano. Tal vez éste es el último año que seas capaz de bajar al fondo del mar para buscar las perlas. Si tú quieres pasar por la puerta de perla que da entrada al cielo, tienes que aceptar el regalo de la salvación que Cristo pagó cuando murió en la cruz por ti”. 2
La perla de incalculable valor “Mi último año como pescador de perlas” respondió. “Sí, Usted tiene razón. Hoy ha sido el último día. Ya estamos en el último mes del año y hay preparativos que he de hacer”. Lámina 5 “¿Ve Usted ese hombre allí? Está haciendo un peregrinaje, yendo a Bombay o Calcuta. Va descalzo y escoge pisar las piedras más agudas. Y cada dos por tres se pone de rodillas y besa la tierra del camino. Eso es bueno. El primer día del año nuevo yo también comenzaré mi peregrinaje. Lo he estado planeando toda mi vida. De esta manera voy a asegurarme una vez por todas, mi entrada en el cielo. Voy de rodillas a Delhi”. “¡Pero, hombre! ¡De aquí a Delhi hay mil cuatrocientos kilómetros! La piel de tus rodillas se va a cortar y tendrás una infección en tu sangre y otras enfermedades mucho antes de llegar a Bombay”. “No, tengo seguir adelante hasta Delhi y luego las almas inmortales me recompensarán. El sufrimiento será dulce, porque me comprará un lugar en los cielos”. “Rambhau, mi amigo. No puedes hacer eso. No puedo dejar que lo hagas, Cristo murió en la cruz para poder darte como un regalo el perdón y un lugar en el cielo”. Pero el viejo no cambiaba de opinión. “Usted es mi mejor amigo en este mundo, Sahib Morse. Todos estos años usted ha estado a mi lado. Cuando estaba enfermo y cuando no tenía suficiente para comer usted ha sido mi buen amigo. Pero aun usted no puede desviarme de este gran deseo que tengo de ganar mi felicidad eterna. Tengo que ir a Delhi”. Todo fue inútil. El viejo pescador de perlas no podía comprender. No podía aceptar el regalo de la salvación que Cristo le ofrecía. Una tarde alguien llamó a la puerta de la casa de Morse. Cuando abrió la puerta, allí estaba Rambhau. “Mi buen amigo”, exclamó Morse “¡Adelante!” “No” contestó el indio. “Quiero que Usted venga a mi casa para charlar unos momentos. Tengo algo que quiero mostrarle. Por favor no diga que no”. El corazón del misionero comenzó a latir fuertemente. Tal vez Dios ya estaba contestando sus oraciones por este hombre. “Por supuesto que vendré”, contestó. Y fue con Rambhau a su casa. “Salgo para Delhi mañana en ocho”, dijo Rambhau. El misionero se sintió muy triste. Tal vez ésta sería la última oportunidad para explicar al pescador el camino al cielo tal como está en la Biblia, el libro de Dios. Rambhau salió del cuarto y volvió con una caja de madera muy bonita. Lámina 6 “Tengo esta caja desde hace años” dijo. “Guardo aquí una sola cosa. Y voy a explicarle lo que es, Sahib Morse. Yo tenía un hijo”. “¡Un hijo! Nunca me has hablado de él, Rambhau”. “No, Sahib, no podía hacerlo”. Ahora los ojos del pescador comenzaron a llenarse de lágrimas. “Voy a contarle toda la historia porque pronto voy a partir y quién sabe si volveré o no. Mi hijo era un pescador de perlas también. Fue el mejor en toda la costa de la India. Era el más rápido en lanzarse al agua; tenía la mejor vista; tenía los brazos más fuertes y podía retener el aliento bajo el agua más que cualquier otro. ¡Qué gozo me traía! Él siempre soñaba en encontrar la perla perfecta. Un día sí que la encontró, pero al intentar traerla a la superficie, su pie se enganchó en una roca de coral y quedó atrapado debajo del agua demasiado tiempo. Poco tiempo después murió”. 3
La perla de incalculable valor El viejo pescador bajó la cabeza un minuto y comenzó a sollozar. “Todos estos años he guardado aquella perla”, continuó. “Pero ahora voy a salir de viaje y es posible que no vuelva nunca. Quiero dar esta perla a usted, mi mejor amigo”. Sacó de la caja una perla muy grande y la colocó en las manos del misionero. Era una de las perlas más grandes que jamás se habían encontrado en la costa de la India y tenía un lustro y un brillo maravilloso. Tendría un precio enorme si se vendía. Por un momento el misionero se quedó boca abierta, mirando esa perla perfecta. “Rambhau, ¡qué perla!” “Si Sahib”, dijo Rambhau, “esa perla es perfecta”. Una nueva idea vino a la mente del misionero y dirigió su mirada a Rambhau. Lámina 7 “¡Rambhau, es una perla magnífica! ¡Increíble! Quiero comprarla. Te ofrezco quince mil rupias. O si vale más todavía estoy dispuesto a trabajar para poder comprarla”. “No, Sahib”, contestó Rambhau ofendido, “esta perla tiene un valor incalculable. No tiene precio. No hay hombre en el mundo que tenga suficiente dinero para pagar lo que esta perla representa para mí. No aceptaría un millón de dólares, porque costó la vida de mi único hijo. Pero se la doy a usted como un regalo”. “No, Rambhau,” contestó David Morse. “No puedo aceptar ese regalo. Sí que deseo tener la perla, pero no puedo aceptarla sin pagar. Tal vez soy demasiado orgulloso, pero eso es demasiado fácil para mí. Tengo que comprarla o trabajar para tenerla”. El viejo pescador se quedó perplejo y decepcionado. “Pero Usted no comprende, Sahib. ¿No se da cuenta? Mi único hijo dio su vida para obtener esta perla y no voy a venderla por ningún precio, pero quiero dársela. Por favor acéptela como una muestra de mi amor por usted.” El misionero se sintió conmovido profundamente y por un momento no pudo hablar. Luego le cogió a su viejo amigo por la mano. “¿Rambhau, no ves? Tú estás diciendo lo mismo a Dios. Dios te está ofreciendo el perdón y la salvación como un regalo. Es tan grande y valioso que no hay ningún hombre en este mundo que sea capaz de ganarlo o merecerlo. Costó la vida del único Hijo de Dios cuando murió en la cruz, derramando Su sangre. Y ahora te ofrece ese regalo como una muestra de Su inmenso amor por ti”. Lámina 8 “Hacer cien peregrinajes no podrían abrir el camino al cielo. Lo único que tienes que hacer es recibir el regalo de la salvación y una entrada al cielo, como un maravilloso regalo de Dios. Es una muestra de Su gran amor”. “Rambhau, muy agradecido, voy a aceptar esta preciosa perla que costó la vida de tu amado hijo. ¿Estás tú dispuesto a aceptar el regalo de Dios, sabiendo que le costó la vida de Su Hijo amado? Y ese Hijo se ofreció voluntariamente en la cruz por ti y por mí”.
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La perla de incalculable valor Lámina 9 Por fin Rambhau comprendió. “He escuchado muchas veces las enseñanzas de Jesús pero no podía comprender que la salvación es un regalo. A la verdad algunas cosas son demasiado valiosas para ser compradas. Ahora acepto el regalo de la salvación para mí”. ¿Has aceptado tú el regalo de Dios? Si no lo has hecho, lo puedes hacer hoy mismo. Nunca puedes ser lo suficientemente bueno, o hacer muchas buenas cosas para merecer o ganar la salvación. ¿Quieres recibir el regalo de la salvación, que el Señor Jesús compró cuando murió en la cruz? REPASO PARA COMPROBAR Y REFORZAR LA ENSEÑANZA 1. ¿Cuál era el trabajo de ese señor anciano en nuestra historia? (Era un pescador de perlas). 2. ¿Dónde trabajaba? (En las costas de la India). 3. ¿Cuál era su concepto equivocado en cuanto a ganar el perdón y la salvación? (Pensaba que podría ganar la salvación por hacer peregrinajes y otras buenas obras). 4. ¿Por qué no quiso vender la perla al misionero? (Porque tenía un precio incalculable que nadie podría pagar. Quería darla como una muestra de su amor). 5. ¿Cuál es el regalo de Dios para nosotros? (El perdón de los pecados, la vida eterna y una entrada al cielo). 6. Jesucristo pagó un precio muy alto para que Dios pudiera ofrecernos la salvación como un regalo. ¿Qué precio pagó? (Murió en la cruz, llevando el castigo por nuestros pecados). 7. ¿Qué tenemos que pagar para ganar ese regalo? ¿Cómo podemos merecerlo? (Es imposible merecer la salvación. No tenemos que pagar nada). 8. ¿Cómo recibimos ese regalo? (Debemos estar dispuestos a abandonar nuestros pecados y recibir la salvación como un regalo, pidiendo al Señor Jesús que nos la dé). 9. Después de comprender que la salvación de Dios es un regalo precioso de Dios ¿de qué manera actuaría Rambhau? ¿Cuál es tu opinión? (Seguramente estaría tan agradecido a Dios que le daría las gracias cada día e intentaría agradarle en todo). 10. Si tu has recibido el regalo de Dios que tiene un valor incalculable, ¿cómo debes vivir? (Dándole las gracias cada día y haciendo las cosas que Le agradan en tu casa, en tu colegio y dondequiera que estés).
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