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Description
Peñalolén, 5 de diciembre de 2020
Discurso de despedida al egreso del cuarto medio 2020 ¿Has visto cómo el herrero, en el yunque, va forjando el metal? Y de la fragua, ese hierro tan tosco, cobra hermosura forma y vigor También nuestras vidas deben ser fraguadas, para resistir el frio y el dolor…
Qué año para cantar esta canción. Qué fríos y qué dolores hemos tenido que resistir este año para llegar a este momento que no es sino uno de muchos puntos de salida/entrada que todavía tendrán en su vida. ¡Qué año! No pudimos ir a acampar en verano. Los terceros medios alcanzaron a llegar esos primeros días de marzo de su viaje de estudio, cuando rápidamente tuvimos que refugiarnos en nuestras casas a salvar nuestras vidas, a ver cómo pasaban los días de invierno, yéndonos para adentro, sin poder vernos ni abrazarnos. Créanme, el colegio lloraba de pena. El timbre nunca dejó de avisar a las salas vacías, cada hora y media, llamándolos, que salieran al patio, que ya era hora de recreo. Esos días estábamos en casa, resistiendo el frio y el dolor de no poder estar juntos, de que acampadas y fogones, además de fiestas y pololeos, cosa no menor, iban pasando de largo y que su cuarto medio se les iba yendo sin poder vivir ritos y encuentros soñados desde temprano, allá por cuarto básico. Algo sin embargo no decaía. La forja de sus caracteres estaba precisamente sucediendo ahí. No en el canto ni las danzas, sino en la pena, en la rabia y en el encierro, aprendiendo a vivir, con la cara llena de risa, una vida que a veces nos da malos ratos, y que este año aprendimos a domar. Cuántos no lloramos mas de alguna vez por esto, y cuánto crecimos cuando nos dimos cuenta que esta pandemia no nos la iba a ganar, que no nos iba a matar. ¡No nos ganó! Ya tuvimos dos de los nuestros, dos estrellas fulgurantes, que partieron antes que nosotros tan a destiempo… este año la vida se hizo paso, no dejamos que la muerte nos atacara. Y aquí estamos aún.
Hoy salen del colegio estrenando su adultez, (a alguien le faltará muy poco para el requisito legal), y en este espacio de adultez DEL QUE NO SE SALDRÁ JAMÁS, coincidimos desde ahora. La adultez es el espacio de la libertad plena, de la capacidad de tomar decisiones y sostenerlas, de ir de frente por la vida sabiendo que el error y el fracaso serán los grandes maestros, cuando ya los profesores no sean estas y estos del Notre Dame que se sacaron la mugre por ustedes este año, ni nuestros padres puedan ejercer su influjo cariñoso en el que hemos descansado hasta ahora. Hoy la vida se presenta abierta ante nosotros y la libertad nos llama a no soltarla, a aferrarnos a ella como ya demostramos este año. Quiero hacer memoria por un momento de nuestras papeletas quincenales, y del aburrimiento quincenal de escribir una y otra vez, a veces por años, el mismo compromiso para la quincena siguiente: “me propongo ordenar mis cosas y estudiar con tiempo”. Un ejercicio aparentemente poco profundo que en el paso de los años se va a transformar para ustedes en la nostalgia del momento en que aprendí a ser ordenada en mis estudios de la universidad, o donde sea que estudie, y después, cuando tuve que prepararme bien para esa reunión de trabajo. La papeleta, tan de este colegio, nos ha ayudado a todos a sintonizar con seis valores para vivir esa vida abierta frente a nosotros por el resto de nuestra existencia: Seis valores: lealtad, fraternidad, cortesía, carácter, orden y disciplina. Valores de los que hoy poca gente habla y que descubren aspectos muy hermosos del alma humana y que ustedes han conocido. El carácter forjado en el yunque del Notre Dame es carácter de hierro que con los años se va templando, eso quisiéramos. Y manifestación de ese carácter es una joven, un joven que hoy día dice si cuando es si, y no cuando es no. Alguien que en estos tiempos no se deja llevar por la masa, que analiza críticamente lo que va sucediendo a su alrededor… nuestro sueño es que ustedes sean de esas personas a las que las cosas no le pasan, que no culpan a los demás de su destino. Aferrarse a la vida con valores que han palpado, que han vivido en campamentos y en la sala, que han vivido en la calle y en la casa y que este año se comenzaron a forjar de formas que nunca imaginamos En ese proceso de aprender, por detrás y por lado estaban sus padres, sus madres, sus abuelos y abuelas, mirándolos con amor. Los acompañaron en las noches y en los paseos de familia, y en estos años fuimos socios en la aventura de crecer. Al salir del colegio entran a un espacio de aventuras que no resiste planificación, abiertos a la sorpresa del encuentro con lo inesperado, con el inesperado.
Y por esto le pedimos a Dios, por la intercesión de María, Notre Dame, por ti, para que gastes todos los talentos que te han sido dados, como leímos, para que vayas abriendo surcos para sembrar el Chile que está aquí, al lado nuestro, desde la ciencia, el arte, la política y el pensamiento, desde los lugares donde TÚ escojas libremente transitar. Y ojalá que en esos caminos nos sigamos encontrando y reconociendo, tomados siempre de las manos amorosas del Gran Herrero de nuestras vidas. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, por muchos años más. Muchas gracias.